miércoles, 5 de marzo de 2014

Centrémonos


De todos es sabido que cualquier método utilizado para representar imágenes está limitado por la física. Ya sea una impresión en papel, un monitor de ordenador o una pantalla de imágenes proyectadas. Lo mismo ocurre con las formas de captar imágenes, bien sean estas químicas (película) o digitales (sensor).



No voy a entrar en definiciones técnicas ni en disquisiciones científicas, ya que para eso existen miles de artículos en Internet. Tan solo voy a centrarme en la "incapacidad" de los métodos de captura y representación actuales para mostrar TODA LA INFORMACIÓN que pueden captar nuestros ojos. Al menos de una sola vez.


Esta limitación tiene que ver básicamente con un concepto que como muchos otros está mal traducido del inglés: el "Rango Dinámico" (la expresión en español más acertada sería "Latitud de Exposición"), que viene a ser la diferencia de luminosidad de una escena (captada o representada), desde el negro hasta el blanco absolutos. Hasta nuestra vista tiene esa limitación.




El histograma que nos muestra nuestra cámara o nuestro monitor es la representación gráfica de esas limitaciones. De ahí el título de este artículo. Conseguiremos más detalle en nuestras fotos cuanto más repartida esté la información entre los límites, cuanto más nos "centremos". Pero también tiene sus inconvenientes... a medida que movemos la información hacia el centro, la imagen se va tornando más irreal. Estamos acostumbrados a que las fotos tengan contraste, zonas claras y zonas oscuras.





Los métodos utilizados para "centrar el histograma", recuperando información de las sombras y evitando que se quemen las luces, provocan un efecto extraño que es conveniente amortiguar para que la representación de la escena que hemos fotografiado sea más acorde a lo que vieron nuestros ojos. Desde hace unos años, la mala utilización del "Alto Rango Dinámico"( (HDR, High Dynamic Range) ha venido produciendo fotos llamativas pero casi siempre "chirriantes", sobre todo las que proceden de una única imagen.



Pero tenemos un poderoso aliado: desde los tiempos de la película, el Horquillado (Bracketing) ha sido uno de los métodos utilizados para poder capturar toda la información de luminosidad de una escena. Como sabemos, consiste en realizar varias exposiciones con el mismo encuadre (para las luces, para los medios tonos y para las sombras), a fin de capturar la mayor parte de la información que refleja la luz que había en la escena.




La continua evolución de los sensores, hace que cada vez el horquillado sea menos necesario, pudiendo revelar un RAW con distintas exposiciones y EXPRIMIENDO la información al máximo. Hace 7 años un sensor avanzado podía captar hasta 7 EV (Exposure value, valor de exposición), es decir, entre la zona más oscura y la más clara podíamos establecer siete zonas de distinta luminosidad, con siete parejas diafragma / tiempo de exposición necesarios para abarcarlas.



Actualmente, algunas cámaras han duplicado ese valor y continúa la progresión (sobre todo con la mejor respuesta señal/ruido, ya que en digital el ISO es la "tercera pata" del trípode), y aunque probablemente nunca alcancen el valor estimado para el ojo humano (24 EV aproximadamente), cada vez van acercándose más.




Cualquiera que sea el origen (horquillado de varias tomas o un único RAW), este sencillo método nos ofrece la posibilidad de enriquecer muchas de nuestras fotos, de llenar de detalles cualquier toma (sobre todo en fotografía urbana o de paisaje).




En esta tarea me he estado entreteniendo durante las últimas semanas, y fruto de nuevos procesados de un único RAW o tomando varias fotos (normalmente 0, +2 y -2EV), he venido comprobando que gran parte de las fotos que he procesado tienen mucho más impacto visual. Al comprimir los tonos hacemos que los límites físicos del medio (papel, monitor) queden compensados, acercándose más a la visión "en directo" y ganando en detalles la representación de la realidad.



Conforme voy avanzando en la práctica de los parámetros correctos, los resultados van pareciendo menos irreales que al principio, si bien muchas de las escenas urbanas que veis aquí se prestan más a la "irrealidad" que otras tomas más limpias, con menos elementos en el encuadre. Además, esta técnica es perfectamente válida también para el blanco y negro.




Como ocurre con cualquier procesado más o menos extremo, conviene no abusar en exceso, mantenerse dentro de unos límites para que nuestro trabajo no parezca de otro planeta. Conseguir este equilibrio es algo que me he propuesto de ahora en adelante.




De momento, os muestro alguna de las fotos de este proceso de aprendizaje (unas más "chirriantes" que otras), imprescindibles para esta especie de transición. Cuando la escena que inmortalicemos tenga más latitud de exposición de la que puede aceptar nuestra representación, os aconsejo utilizar este método, para nada complicado, de la múltiple exposición. Os aseguro que merece la pena y os sorprenderéis con muchos resultados.



(c) Javier Díaz Barrera, 2014.

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